Quebracho blanco
(Aspidosperma quebracho-blanco).
Texto y Fotos Alejandro Galup
(Aspidosperma quebracho-blanco).
Texto y Fotos Alejandro Galup
Al quebracho blanco también se lo conoce con
los nombres indígenas de Willca en quechua, Kachakacha en aymará y Ubirá ro puitá en guaraní. Los ejemplares más robustos de la especie (de hasta 25 metros de altura y troncos
de 1,20 de diámetro) se encuentran en los bosques xerófilos del otrora
“impenetrable” chaqueño. Sin embargo, las dimensiones de estos árboles son muy
variables y dependen fundamentalmente de las condiciones climáticas y edáficas
del lugar donde se desarrollen. Por ejemplo, los que crecen en sitios rocosos y
con una aridez extrema, en su adultez no sobrepasan los 2 metros de altura. Con
frecuencia crece también en sitios con suelos salinos y/o gredosos y un dato interesante
es que cuando sufre algún daño en sus raíces gemíferas o es víctima de un
incendio forestal, suele emitir brotes desde estas mismas raíces.
Su distribución geográfica abarca desde
Bolivia, Paraguay, Uruguay y gran parte del norte y centro de la Argentina , hasta su
extremo austral en la estancia La Horqueta , en Baradero, provincia de Buenos Aires.
Esta pequeña población, compuesta
por una veintena de ejemplares
adultos de hasta 8 metros
de altura, fue descubierta fortuitamente el 29 de enero de 2006 gracias a los
naturalistas Cristian Parodi, Santiago De Rosa y al autor de estas líneas (ver
Notioso, Vida Silvestre 97).
Se encuentra en un sector de las barrancas del
río Baradero, en una franja de apenas 200 metros de largo por
50 de ancho y convive con especies típicas de ese ambiente. Este sería el
primer registro para la provincia y hasta ahora la única población conocida.
La madera de este árbol, dura y pesada, es de
excelente calidad. Lamentablemente todavía se la utiliza en mueblaría
tornería, carpintería, tirantería, para la confección de postes, durmientes y
-en muchísima menor
proporción - para esculturas. Es muy utilizada,
también, para la elaboración de carbón y leña, debido a su gran poder
calorífico.
Su corteza, grisácea y rugosa, está formada por
placas irregulares y posee 6 poderosos alcaloides, algunos de los cuales tienen
una acción similar a la del curare. Su follaje es perenne y escaso, y los
ejemplares adultos suelen tener la copa de forma bastante irregular. Sus hojas
son simples, coriáceas, lanceoladas y con el ápice (extremidad superior)
espinescente. Las flores son pequeñas y de color amarillento, con un agradable
perfume dulzón. El fruto es una cápsula leñosa, achatada, verde grisácea, de
forma aovada de de 4 a
5 centímetros
de ancho por 6 a
7 centímetros
de largo. Aloja en su interior un promedio de 22 semillas chatas, color marrón
claro, de 3 cm
de ancho por 5 de largo y de una liviandad tal que son fácilmente dispersadas
por el viento.
En su medio: En los
meses con escasez de alimento, el hermoso e inteligente loro hablador (Amazona aestiva) suele visitar este árbol
para consumir sus semillas, mientras que la oruga de la polilla (Norda esmeralda), que posee las alas
posteriores color verde esmeralda y las inferiores color blanco al igual que el
vientre y las patas, se alimenta en forma exclusiva de sus frutos. Con frecuencia,
las plantas jóvenes son devoradas por el conejo de los palos (Pediolagus salinícola), mientras que el
escarabajo (Melanophila bahiana) suele hacer orificios de
hasta 6 cm
en su corteza lo que, por fortuna, incide en la desvalorización de su madera. En
Buenos Aires otro lepidóptero, el vulgarmente llamado bicho canasto (Oiketius platensis), se alimenta de su
follaje.
En el jardín: En
experiencias de cultivo realizadas en el vivero La Sombra se comprobó la
extraordinaria rapidez con que germinan las semillas de este noble árbol: el
90% en menos de 7 días. Pero también se notó la extrema lentitud con que se
desarrollan los ejemplares: apenas 37 cm en 3 años. Tal vez la ventaja de tal
lentitud es que lo convierten en un candidato ideal para cultivar en balcones, terrazas
y jardines pequeños. Además, los ejemplares de bajo porte suelen florecer y
fructificar sin inconvenientes, alegrando de este modo el hogar con el perfume
de sus flores, el extraño aspecto de sus frutos y con la apariencia de su
follaje, que hace recordar al de las araucarias.
Fuente: Revista Vida Silvestre N° 109
Me germinan bien las semillas. Pero cuando alcanzan los 8 o 10 cms. dejan de crecer. Se ponen pálidas las hojitas y empiezan a secarse. Estoy en Capital Federal. ¡Falta sol? ¿Sobra agua?
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